Lo más llamativo del último preelectoral del CIS (estudio nº 3117) ha sido el inesperado garrotazo que le ha propinado al PSOE en la estimación electoral. Frente a las habituales «sorpresas» de la demoscopia showbiz, el CIS venía ofrececiendo un contrapunto más estable, avalado además por la mayor calidad de sus datos brutos. Sin embargo, entre la estimación de su anterior barómetro (trabajo de campo, 1-12 de octubre) y la de este preelectoral (27 oct-16 nov), el CIS echaba un jarro de agua fría sobre las expectativas del PSOE.

Básicamente porque se alineaba con la imagen demoscópica de las encuestas más «peperas»: 1) el PP contaría con una ventaja amplia; 2) el PSOE en realidad estaría compitiendo con Ciudadanos por salvar la segunda plaza. Una proyección muy distinta de la que el propio CIS dibujaba apenas un mes antes. En el barómetro de octubre el PSOE estaba a menos de 4 puntos del PP y tenía a su supuesto perseguidor a más de 10 puntos. ¿Qué demonios había pasado en un solo mes?

Evolución CIS

En realidad, hay una explicación técnica. Las estimaciones del CIS no son un prodigio de refinamiento (probablemente para evitar acusaciones de «cocina sesgada»). Básicamente utilizan dos ingredientes: el recuerdo de voto y la intención de voto. Los movimientos arriba o abajo de la intención de voto empujan la estimación en la misma dirección. El recuerdo de voto, por su parte, es usado para ponderar ese empuje. Así, si a un determinado partido recuerdan haberle votado menos de los que realmente le votaron, esa diferencia pondera hacia arriba. Si ocurre lo contrario, esto es, recuerdan haberle votado más de los que lo hicieron, pondera hacia abajo. Esa dependencia mecánica del recuerdo de voto es lo que hizo que, en 2011, el CIS estimara que los cuatro escaños alaveses se repartirían entre PP y PSOE (ambos con fuerte ocultación de recuerdo en Euskadi).

Al PSOE le pasan dos cosas contrapuestas entre el barómetro de octubre y el preelectoral de noviembre. Por un lado, su intención de voto desciende del 16,6% al 14,9% (-1,6 puntos). Por otro, su recuerdo de voto aumenta: desde octubre a noviembre hay una proporción mayor de encuestados que «recuerdan» haberle votado en 2011 (+1,4 puntos). El descenso en la intención de voto empuja la «estimación mecánica» del CIS hacia abajo, mientras que el aumento en el recuerdo de voto multiplica ese efecto, porque reduce los ponderadores previos que el CIS utilizaba para estimar el voto al PSOE. Curiosamente, al PP le ocurre lo contrario, ve reducirse su recuerdo (-1,6) y aumentar su intención, pero esto último lo hace en tan poco grado (+0,5) que en realidad su estimación apenas cambia; de hecho, lo hace levemente hacia abajo (-0,5), probablemente como resultado de ajustar los cambios del resto de estimaciones.

KCIS RV-IDV-EST

Tenemos por tanto una explicación perfectamente lógica a lo que en apariencia es un cambio inexplicable, al menos en esa magnitud y en menos de un mes (con una participación del 75%, un cambio de 4 puntos supone más de un millón de votos). Pero quedan cosas por explicar. La primera, la contradictoria evolución del recuerdo y la intención, particularmente en el PSOE. Sobre todo porque el recuerdo suele estar «contaminado» por la intención. Es decir, muchos encuestados tienden a «recordar» que votaron en anteriores elecciones al partido al que tienen intención de votar ahora. Por eso es extraño que descienda la intención al mismo tiempo que sube el recuerdo y que además lo haga contra la tendencia previa, eliminando la ventaja que en intención directa mantenía el PSOE sobre el PP -en los propios estudios del CIS– prácticamente desde hace un año.

IDV2014-15

Claro que todos esos movimientos en los datos, de alrededor de punto y medio, están de hecho dentro de los márgenes de error: el ±0,76 para el conjunto de la muestra, pero mayor cuando hablamos de un segmento de la misma, en este caso el de quienes recuerdan haber votado -o tienen intención de votar- a un partido o a otro. Lo que sigue siendo inexplicable es la otra parte de la «nueva» fotografía demoscópica del CIS: en un mes, y sin recuerdo de voto que lo justifique, un ascenso de apenas medio punto en la intención directa de voto a Ciudadanos, se transforma en un aumento de 4,3 puntos en el voto estimado. Sin explicación aparente. Esto no.